Mucho más que una revolución: 95 años de "El Acorazado Potemkin"
- luis felipe rodriguez jimenez
- 7 dic 2020
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Por Rubén Darío Hermoza
Es una película inspirada en el sentimiento de la revolución, como una oda hacia ella. En este caso, la cinematografía se convierte en un medio para alentar y magnificar la gesta socialista. Einsenstein recreó el acto histórico desde su propia perspectiva artística para así convertirlo en instrumento pedagógico del partido comunista con el fin de magnificar el sentimiento revolucionario.
De ese modo, el director utilizó todas las posibilidades que daba el montaje de la película para transmitir sensaciones, por momentos turbias, y así impactar con su particular estilo. La técnica cinematográfica fue magistralmente empleada para desarrollar un montaje único que contribuyó a generar una identidad propia al cine ruso. Este es un punto importante que lo diferencia del norteamericano, el cual buscaba simplemente que no se sienta el montaje. En el ruso se busca impactar, romper el cuadro y la linealidad -si es necesario- para enfatizar el mensaje.

La película envuelve al espectador en una atmósfera política de orientación comunista y realza, apoyada en elementos como la música y el montaje, el sentimiento de los personajes cuyas motivaciones sirven como pedagogía para comprender los motivos de la revolución bolchevique.
Sin embargo, vale decir que como película histórica tiene diversos fallos, pero como propaganda política cumple su objetivo. ¿Cómo? Siendo una historia con un argumento sólido y personajes bien definidos. Esto desde la introducción de los personajes, aunque dejando claro que el enfoque del film no se centrará en individualidades, sino más bien en la historia de un colectivo como el verdadero personaje principal de la película
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