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La genialidad de Días de Santiago

  • luciacastro33
  • 9 feb 2021
  • 2 Min. de lectura

Por Soto Mayta Ruth Karina


Días de Santiago, una de las películas considerada como una ópera prima dentro del cine peruano, bajo la dirección de Josué Méndez, este film nos presenta un guión y una trama bastante sencilla y por no decir algo cliché: la historia de ex militar que no puede adaptarse a la sociedad urbana limeña y que termina refugiándose en trabajar de taxista.

Muchos críticos compararon al film con la película estadounidense Taxi Driver (1976), por el parecido en la trama, sin embargo, hay muchas diferencias. El inicio de Días de Santiago es bastante abrupto, usando la fotografía en blanco y negro además de iniciar con un monologo que nos introduce a la siquis del protagonista Santiago y el encuentro quebrado con una Lima ruidosa y peligrosa que siempre lo mantiene alerta como si estuviera en un campo de batalla.



El personaje de Santiago está bien constituido. La personalidad de honor, orden y patria son sus principales atributos. Por momentos, el director nos muestra el lado más frustrado del personaje, en los distintos planos donde Santiago se ve al otro lado de un escritorio pidiendo información para poder involucrarse en la sociedad y sentir cómo las personas no lo reconocen y lo humillan.


Dentro del film también se hace uso del monólogo frente al espejo, es por ello la comparación con Taxi Driver donde podemos observar una escena similar que solo dura unos segundos. En Días de Santiago el monólogo dura unos dos minutos, donde podemos conocer lo más íntimo del protagonista.


El uso de los distintos planos dentro del film, ayudan a contextualizar cada escena y los planos detalle nos da una mayor cercanía a los personajes, tanto principales como secundarios. Además, se apoya de una voz en off en muchas escenas, que ayudan a crear puntos de quiebre y no sentirse como una historia plana.

En cuanto a producción y construcción de personajes, en referencia del personaje principal está bien construido y junto con la magistral actuación de Pietro Sibille fue un buen engranaje. Por otro lado el vestuario, se podría decir que pudo ser más perceptible o que marquen e identifiquen a los personajes en cada escena.


Una particularidad de Días de Santiago es la alternancia que se utiliza en cuanto al uso de color, pasar del blanco y negro al color, esto es bastante confuso, ya que intentas descifrar que es lo que quiso plasmar el director. En un primer momento se llega a creer que la alternancia se debe a que se trata de mostrar momentos más personales de Santiago, pero a medida que avanza se va perdiendo, las alternancias de los dichos colores se vuelven caóticos en medida que avanza la película.


Sin duda una de las mejores películas filmadas en nuestro país, que pudo ser mejor si hubiera tenido un presupuesto mayor. Sin embargo, esto solo demuestra que un buen guión y el manejo correcto del argumento hace que brille por su calidad.





 
 
 

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