El conflicto posguerra en Japón a través de dos películas anime
- alvarofloreslucano
- 8 feb 2021
- 4 Min. de lectura
La obra máxima de Katsuhiro Otomo, junto a TMS Entertainment, es tal vez, una de las producciones que permitió a la industria del anime expandirse a niveles nunca antes visto. Desde su versión en escrito, el manga, hasta su versión cinematográfica, Akira pudo traspasar fácilmente la barrera fronteriza entre oriente-occidente y hoy en día es valorada como una cinta de culto que preparó el terreno para el futuro crecimiento del movimiento geek-otaku alrededor del planeta.
Por otro lado, Studios Ghibli ha demostrado ser el número uno en taquilla de sus películas animadas. Susurros del corazón (1995), El viaje de Chihiro (2001), El castillo ambulante (2004), La princesa Mononoke (1997), entre muchas más, son exitosos ejemplos de la narrativa fantástica, el emblema de este estudio. Sin embargo, la cinta que más impacto ha causado, a nivel histórico, emotivo y realista, sin duda alguna es La tumba de las luciérnagas (1988), cinta que, al igual que Akira, es una representación del conflicto posguerra en Japón. Hablemos pues, de lo que muchos especialistas consideran como las dos producciones japonesas más ambiciosas e importantes a nivel histórico del cine animado japonés.
Akira (1988)

Akira aborda temas socioculturales y políticos expuestos en una visión pesimista del futuro en ese tiempo: un cyberpunk. La premisa es la siguiente: en 1982 un desastre nuclear acaba con Tokyo y da comienzo a la tercera guerra mundial, han pasado muchos años y nos encontramos en 2019. La historia gira ahora en torno a Kaneda, el líder de una banda de motociclistas y Tetsuo, su mejor amigo, quien en un enfrentamiento con la banda rival sufre un accidente que ocasionará que el ejército y el gobierno persigan a ambos protagonistas.
En el film, el desarrollo de la tecnología y el crecimiento de la civilización son elementos que se ven opacados y en contrapunto con la decadencia cultural y el modus vivendi deplorable de los habitantes de ese mundo. Esta idea es perfectamente plasmada en las imágenes que vemos: Neo Tokyo (o nueva Tokyo) es una ciudad gigantesca e imponente que luce perfecta e inmaculada a la distancia. Sin embargo, esta belleza contrasta con la ruina en la que se ha sumergido la sociedad por completo: la delincuencia, la pobreza y la violencia abundan en esta urbe, elementos maravillosamente capturados en secuencias con ángulos y planos exactamente contrarios a las primeras imágenes de la ciudad.
Dentro del apartado técnico, nos encontramos con uno de los trabajos de animación más elaborados y sofisticados para aquellos años. Al contrario que sus congéneres de la época, no se trabajó con el dibujado por escena como principal recurso, sino con la superposición de imágenes; los personajes y el fondo, los objetos y su dinámica, los diálogos pregrabados y el movimiento gestual de las figuras, montaje extraordinario para ese entonces, hecho que demandó incontables horas de pintado de escenas y animación manual. El resultado: escenarios tan bien logrados que no tienen nada que envidiar a la animación digital que utiliza CGI (Computer Generated Imagery), o imagen generada por computadora hoy en día. La banda sonora, basada principalmente en la percusión, genera una especie de armonía dentro del caos, las escenas de acción retumban en nuestros oídos junto a esta fuerte música: todo esto no hace más que crear un complemento perfecto para las acciones contestatarias que vemos en pantalla.
La tumba de las luciérnagas (1988)

A su vez, La tumba de las luciérnagas, dirigida por Isao Takahata, está contextualizada en el Japón de 1945: aquel país devastado luego de la Segunda Guerra Mundial. La película narra lo ocurrido en la ciudad de Kobe, una de las tantas que sufrió las consecuencias del enfrentamiento bélico, principalmente contra Estados Unidos. Los protagonistas, Seita y su pequeña hermana Setsuko, pierden a su madre y su hogar en un bombardeo aéreo. Los hermanos llegan a vivir con un familiar, quien al principio se mostrará comprensivo, pero con el pasar del tiempo, verá a los pequeños como una carga. De esta forma, los hermanos deciden huir de aquel renuente hogar para intentar vivir en una cueva cerca al pueblo. En general, se nos muestran todas las peripecias que tienen que pasar unos niños para sobrevivir en una sociedad física y moralmente destruida por la guerra.
Esta cruel y triste historia, sorprendentemente es obra del mismo creador de Marco o Heydi, series infantiles recordadas por muchas generaciones. La tumba de las luciérnagas es un relato más del impacto emocional que causaron las armas de destrucción masiva en el pensamiento japonés. La historia es considerada como una de las más dramáticas en el cine animado de ese país. Gana fuerza e impacto debido a que se basó en una historia real y, aunque las guerras sean un buen tema para abordar en un drama, este no se centró en hechos históricos, sino en el punto de vista de personas que vivieron en carne propia estos acontecimientos. En este caso, se trata solo de unos niños. Definitivamente, una crítica a la guerra dura y cruda.
A nivel técnico, la calidad de animación no se destaca por su genialidad, sino por el diseño desgastado en las prendas y su entorno. Los rostros y cuerpos de los personajes son en su mayoría estáticos, la gama de colores sepias utilizados expresan dolor y sufrimiento: un trabajo de animación usual para aquel entonces. La banda sonora cumple su objetivo de llenar al público de ilusión y melancolía. Los paisajes brillan por su estética de dibujado y las consecuencias de la guerra son representadas sin censura alguna. Técnicamente correcta, bella y bastante gráfica.
El largometraje influyó tanto en el pensamiento colectivo nipón que uno de sus elementos más visualizados y recordados, Sakuma Drops, la cajita de caramelos que lleva el protagonista de principio a fin, continúa siendo comercializada como un dulce tradicional en Japón en homenaje a esta película.
A veintidós años del estreno de estas cintas, seguimos recordándolas mediante reseñas que, por obvias razones, quedan muy cortas en honor al mensaje, influencia e importancia histórica de ambas producciones. Producciones que, por cierto, han envejecido muy bien y el día de hoy son hitos clásicos del género que seguirán siendo recordados y estudiados por los amantes de este bello universo.
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